domingo, 27 de marzo de 2011
Relato Kafkiano
Eran las ocho de la mañana y me disponía a entrar en el metro, ese día tenía cita con el médico para unos análisis rutinarios. Cuando ya estaba sentada en uno de los vagones del tren empecé a sentir un sueño terrible y mis ojos empezaron a cerrarse, al cabo de unos minutos ya estaba dormida. Sentía que habían pasado solo cinco minutos de mi sueño, cuando empecé a oír unos gritos que estaban cercanos a mí, me desperté, estaba todo oscuro, miré a mí alrededor y vi que ya no estaba en el metro, sino en una casa antigua con enormes lámparas colgadas del techo, cuadros de cacerías y una gran chimenea en el centro de la sala. Seguía oyendo esos gritos, me levanté y empecé a recorrer la casa en busca de donde provenían. Subí a la primera planta. Nada, allí no había mas que enormes habitaciones. Baje al sótano oía que los gritos estaban muy cercanos a mi pero no había nadie. Empecé a investigar, solo había muebles viejos pero de repente mi vista se posó en unas cortinas negras que estaban al fondo del cuarto. Me acerqué y las abrí. Debajo solo se encontraba un cuadro. Cuando lo vi me resulto familiar y de repente me acordé de su nombre, era ‘‘El Grito’’ de Munch. No había terminado de tener este pensamiento cuando el cuadro empezó a gritar. Eran los mismos gritos que había estado escuchando antes. No podía ser, ¿cómo un cuadro podía empezar a gritar?. Me empecé a sentir mareada, muy mareada y acabe desmayándome. Más tarde me despertó una ancianita, miré a mi alrededor, volvía a estar en el metro, en Francos Rodríguez, me había pasado dos estaciones. Ahora me tocaba volver.
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