El anterior martes me encontraba yo en la última clase del día: Plástica. Quedaban 10 minutos para que la clase acabara. Bárbara, Beatriz y yo nos disponíamos a irnos al edificio de infantil para comenzar con la guardería pero antes tenía que avisar a los demás: Sandra, Ángel y Sergio. Sandra estaba hablando con Sonia y no la encontré por lo que Ángel y yo fuimos al otro edificio. Cuando llegamos a la sala de psicomotricidad de infantil ya estaban llegando los primeros padres. Gloria la coordinadora de Infantil me llevó a una clase para que pudiéramos coger unos juguetes para que los niños pudieran estar jugando tranquilamente, también nos dieron una pinturas para que pudieran pintar.
Cuando llegaron todos los niños me fui a la parte donde estaban las niñas para pintar con ellas un poquito, me puse a colorear con una niña que se llamaba Nadia empezamos a pintar a Campanilla cuando terminamos la enseñe a poner su nombre pues lo ponía del revés y me pidió que se lo guardara para regalárselo a su madre.
Después me puse a jugar con unos niños a la plastilina con la que hacíamos churros, serpientes, collares y pulseras. Al cabo de un rato ya se habían acabado los dibujos que estaban sin pintar por lo que tuvimos que arrancar hojas de nuestros cuadernos para que los niños estuvieran contentos.
Mas tarde me puse ha hablar con el hijo de Eva: Daniel. Como era un poco timidillo le empecé a sacar conversación sobre lo que nos había contado Eva en clase. Cuando cogió mas confianza empezamos a hacer figuras con la plastilina: serpientes, flores... hubiéramos seguido haciendo formas pero ya empezaban a llegar los primeros padres. Nos pagaron los que antes no nos habían pagado pero de repente oímos a un niño llorar porque, se había dado con una silla en la cabeza, pero no fue nada solo un susto, aparte de este suceso la tarde trascurrió tranquilamente y los niños se fueron muy contentos.
Después de habernos divertido con los niños no tocaba recoger, ordenamos los juguetes que habían dejado desperdigados por el suelo, la plastilina que se había quedado pegada, los papeles y las pinturas que estaban todas repartidas por todos los rincones de la sala. Cuando acabamos llevamos el dinero a secretaría y nos fuimos cada uno a su casa, pues nos quedaba todavía una larga tarde estudiando para el examen de lengua.